12 de octubre de 2012
Conforme van transcurriendo los
días, y las noches, voy viendo más y más clara la decisión que tengo que tomar.
Pero es difícil. Es difícil comprender que tal y como está la situación, una de
las pocas españolas que aún tienen un trabajo fijo y estable, un sueldo digno y
un horario bueno, esté siquiera planteándose dejarlo, con los millones de
parados que querrían tener un trabajo como el mío. Da hasta un poco de cargo de
conciencia. Pero yo cada día lo veo más claro.
Me incorporo a trabajar. Voy a intentarlo a ver que tal me encuentro. Además tengo tengo proyectado desde hace meses un viaje a Berlín con mi
amiga y pareja de hecho viajera , y ni voy a perder el dinero del viaje, ni voy a
dejar tirada a mi amiga.Por nada del mundo¡.
Tengo que reconocer que por
una vez, y sin que sirva de precedente, hacer un viaje me viene fatal. No es
que no tenga ganas de conocer Berlín, pero en medio de la negociación con el banco,
que no es algo baladí precisamente, y además sin un duro, casi preferiría no
tener que ir. Aunque también sé que una vez me vea en el aeropuerto con la
maleta preparada, me olvidaré de todo el resto y sólo pensaré en mi próximo
destino, en pasarlo bien y aprovechar la experiencia al máximo.
15 de octubre de 2012
Al fin me decido ha hacer la
llamada que hace ya días tengo que hacer.- BocadeSauron, soy Fátima Reina. Que
acepto la oferta.
Ya está hecho. La avalancha de
felicitaciones, muestras de cariño, de admiración(completamente inmerecidas,
debo decirlo), incluso de envidia, me deja completamente anonadada. Muy mal me
debía de ver la gente cuando todo el mundo me felicita tan efusivamente por
quedarme parada en los tiempos que corren.
El jueves, precisamente el
jueves, dónde volvemos a trabajar hasta las 8 de la noche, es mi último día de
trabajo en el banco. Parece increible, pero todo el miedo, absolutamente todo,
ha desaparecido al tomar la decisión. Me envuelve por contrario una sensación de
felicidad, de certeza absoluta de que lo que estoy haciendo es lo que debo
hacer. O incluso lo que hace mucho tiempo debía haber hecho.
Fue una tarde entrañable.
Estuve todo el tiempo hablando con antiguos compañeros con los que a lo largo
de estos años he entablado una relación más especial. De verdad que no era
consciente de la cantidad de gente maravillosa con la que he compartido algún
momento en esta casa.Con algunos, muchos de ellos, hacía años que no hablaba, y fueron de verdad unas horas emocionantes.
Y llegó la hora de salir. Vaya
momento. Después de más de 23 años, sería la última vez que cruzaría esa puerta
como empleada. Con todo lo que ello conlleva. Porque trabajar aquí me ha hecho
pasar momentos muy amargos, pero también hay que reconocer que trabajar en un
banco te da un montón de privilegios (interés preferencial en hipoteca y en
créditos en tarjetas, no tener comisiones, seguro de salud
colectivo…)a los que estaba acostumbrada como algo normal y a los que de ahora
en adelante tendría que renunciar.
Pero no es el momento de pensar
en eso. Es el momento de pensar que se abre ante mí una nueva etapa, incierta
pero tremendamente estimulante y apetecible. Y yo estoy deseando hincarle el
diente.
Y para empezar esta nueva vida,
qué mejor que hacerlo con un viaje, lo que más me gusta en la vida. No volamos
hasta el domingo, así que tengo tiempo sobrado de preparar la maleta y
organizar mi ausencia.
De la experiencia en Berlín,
como de todos los viajes que he hecho desde hace unos años, he llevado un
diario en el que intento plasmar todas las sensaciones que me produce el lugar
que estoy conociendo, y todas las experiencias, básicamente porque me da
muchísima pena olvidarlo. Y ya tengo comprobado empíricamente que como no lleve
un registro de las actividades del viaje, se me olvida todo. Una pena, pero al
menos tiene remedio. Tuve también como viajera un período de rebeldía hacia las
fotos. Llegué a aborrecer hacer fotos, sobre todo las típicas de “yo y el
monumento tal”, “yo y la catedral cual”. Y decidí viajar sin cámara. –prefiero
guardar los recuerdos directamente en mis retinas-decía yo con suficiencia.
Pero pasado el tiempo, he tenido que reconocer que de aquellos viajes en los que
no hice fotos, apenas tengo recuerdos borrosos y confusos. Así que volví a la
cámara. Cada uno sabe sus propias limitaciones. Y por otro lado, tengo que
admitir que soy una pésima fotógrafa. Pero bueno, intentaré mejorar.
De Berlín sólo decir que me ha
atrapado totalmente. No es una ciudad bonita, monumentalmente hablando, pero
tiene una efervescencia y un encanto al que es difícil sustraerse. Estando allí
recibí la llamada de recursos humanos para citarme el día 29 a firmar los
papeles de la desvinculación. Considerando que volvemos el 28, se puede decir
que la cosa va rapidita.
Una bloguera a través de su blog se expresa, cuenta lo que piensa, siente, lo que vive.
ResponderEliminarTu describes a la perfección todos los acontecimientos tal y como han ido pasando,puedo reconocerte en cada frase (tus cabreos, tus alegrías, tus dudas, etc...).
Sigue, porque lo estas haciendo francamente bien.
Isabel