martes, 19 de marzo de 2013

DE TAILANDIA A CAMBOYA. SIEM REAP




:
Si le battement d'aile d'un papillon quelque part au Cambodge
Déclenche sur un autre continent le plus violent des orages
Le choix de quelques uns dans un bureau occidental
Bouleverse des millions de destins surtout si le bureau est ovale

  Benabar. “L’effet Papillon”



  Supongo que cruzar de Tailandia a Camboya por el paso fronterizo de Poipet no es la mejor forma de entrar en el  país. Aunque estábamos sobradamente advertidos, es una experiencia de alto voltaje, y puede crear una actitud negativa y equivocada en el viajero.

   El ambiente es caótico. Los caminos no están asfaltados, lo que provoca que todo esté envuelto en una nube de polvo. Me da por imaginar que alo mejor es una protección natural para que no veamos lo que se cuece en lo que llaman “el vertedero de Camboya”.

   Hay una actividad frenética de intercambio de mercancías, enormes tacos de billetes (y no precisamente rieles)que pasan de unas manos a otras, mochileros aturdidos por el calor que, tras horas interminables embutidos en furgonetas atestadas, intentan esquivar hordas de buscavidas que tratan de sacarles unos dólares de más por la visa. Mujeres arrastrando carros con cargas imposibles. Enormes casinos que han proliferado a causa de la prohibición del juego en Tailandia. Ésto, y la posibilidad de cruzar a este país, donde el nivel de vida es notablemente mejor, a atraído a innumerables familias sin recursos, generando un reducto de extrema miseria y dónde el tráfico humano está a la orden del día. Y las principales víctimas, las de siempre, las mujeres y los niños, como en los naufragios.

      Enjambres de niños mendigos. Seguramente esto es lo peor. Nada te inmuniza ante ello, ni siquiera haber contemplado la misma imagen otras veces. Y a pesar de las advertencias, es difícil. Estamos aleccionados de que no debemos darles limosna, pero es casi inevitable  que se te parta el corazón.
   Nos da la bienvenida un enorme arco que nos recuerda que estamos entrando en el “Reino de Camboya”. La verdad es que con tanto cambio yo ya ni me acordaba cual era el nombre oficial actual.



   A pesar de que sabemos perfectamente que el precio que tenemos que pagar es exactamente de 20 US $, ni uno más y ni uno menos, decidimos que por ahorrar unos pocos dólares no merece la pena enfrentarnos a los obstáculos que nos van a poner en la frontera si nos empeñamos en pagar el precio legal. Primer contacto con la corrupción imperante en el país, que comprobamos no se circunscribe a los sectores del poder, sino que salpica todas y cada una de las esferas de la vida en Camboya.

   Aquí sí que notamos contraste con Tailandia, no en vano estamos entrando en un país donde un tercio de la población vive bajo el umbral de la pobreza. Tailandia parece Disneylandia al lado de esto. Al menos lo poco de Tailandia que hemos visto, que es la parte más turística. Camboya tiene un gravísimo problema de distribución de la riqueza, y no sólo por la corrupción. Décadas de guerras y haber sufrido uno de los episodios más oscuros y siniestros de la historia tiene que dejar secuelas forzosamente. 

     Llegamos a Siem Reap después de nuestro periplo y nos encontramos con la agradable sorpresa de que la guest house donde nos vamos a alojar durante varios días en un reducto de paz y tranquilidad, con un jardín lleno de chambaillos en plan chill out que se nos antojan deliciosos. Por no hablar del personal. No quisiera caer en el tópico de la perenne sonrisa de los camboyanos, pero reconozco que ejerce como un bálsamo sobre nuestras maltrechas personillas. Hemos entrado con buen pie en Siem Reap. Nos encontramos a gusto, sobre todo después de instalarnos y darnos una buena ducha. Por hoy y no damos para más.

Esta es Bella. Vive en el hostel y está consentida por todos los huéspedes.






   Y para poner la guinda a nuestra buena racha, hemos conocido a Fernando y Kola(no se como se escribe en realidad). Fernando es un canario que se estableció hace unos años en Siem Reap, donde ha montado una agencia de viajes y donde conoció a Kola, una chica camboyana encantadora con la que lleva casado un par de años. Le hemos contado más o menos lo que nos gustaría hacer en Camboya y nos ha ayudado un montón con los alojamientos, transportes y con los millones de dudas y preguntas que se nos ocurren cada minuto. Kola, además de trabajar para "concert", que es una organización para controlar la transparencia de las ONGs que prolifefran como hongos en Camboya, y para asesorar y coordinar las labores de voluntariado, también regenta un pequeño restaurante familiar. Un lugar entrañable donde he comido el amok más delicioso de toda la ciudad. Se llama Little Kroma.

  Fernando es una persona estupenda , de las que ya quedan pocas. Se ha devivido por atendernos y asesorarnos como si nos conociera de toda la vida y no sólo nos ha facilitado nuestra estancia es Siem Reap, sino que nos ha ayudado con nuestro recorrido por todo el país. Probablemente más adelante también podamos tener su ayuda para el resto de países que pensamos visitar. Y lo más importante, nos ha brindado su amistad que es lo más valioso de todo.

   Es curioso, pero cuando nos vamos a acostar los tres comentamos que tenemos la misma sensación. Cómo que el viaje acabara de comenzar.

   Una vez en la cama, no sé por qué me acuerdo de que durante muchos años, cuando pensaba en Camboya, me venía invariablemente a la cabeza la peli “los gritos del silencio”. Recuerdo que me dejó profundamente conmocionada.

    Hace un montón de años, pero aún recuerdo como si fuera ayer que me quedé pegada a la silla del cine de verano cuando terminó, mientras sonaba el imagine de Lenon. Y aún después, cuando hacía tiempo que habían terminado de pasar los créditos en la pantalla. No sé como podía ser tan ingenua, porque tendría ya unos dieciocho años, pero recuerdo que me quedé convencida que si todo el mundo viera esa peli, no habría ninguna guerra nunca más. Qué ingenua. Me parece increíble que haya podido ser tan ingenua alguna vez.O que alguna vez haya tenido dieciocho...

   Decidimos tomarnos el día siguiente de relax. Las visitas a los templos de Angkor promete ser agotadora y tenemos que coger fuerzas.
   
   El día siguiente lo paso prácticamente entero paseando por la ciudad. Es bastante fácil orientarse y no me pierdo ni una sola vez.  No es muy grande y el tráfico no es como en Bangkok, desde luego, aunque también tiene su aquél..





Old Market








Haciendo leche de coco

   Es muy agradable pasear a lo largo del río y recorriendo el mercado viejo pasé horas y horas sin aburrirme ni un segundo. Y me compré por fin una navaja, que he perdido la mía y no se puede ir por el mundo sin una navajita, oye. No me gusta mucho, porque tiene las cachas de plástico, pero no había otra en todo el mercado, así que tendré que conformarme. La mía antigua era de madera y le tenía un cariño especial, pero en una de mis últimas mudanzas desapareció y no la volví a ver.

   Siem Reap es una ciudad donde se puede decir que la ciudad nueva a crecido a expensas de la vieja. A partir de que fueran redescubiertos los templos, la ciudad fue poco a poco siendo cada vez más visitada y actualmente es un destino turístico muy importante.El turismo se ha convertido en Camboya en una de las fuentes más importantes de ingresos. Esto, que no tiene por qué ser necesariamente negativo, puede convertirse en un arma de doble filo. Y sé lo que me digo. La mayor parte de mi vida he vivido en sitios tremendamente turísticos y he visto las consecuencias devastadoras que puede tener el turista depredador.

   Quedamos para cenar en el restaurante de Kola, y concretamos con Fernando los detalles de nuestra visita a los templos. Aparte de comer maravillosamente, pasamos un rato estupendo, hablando de lo divino y de lo humano y contándonos nuestras vidas. 


  

  






2 comentarios: