lunes, 8 de abril de 2013

DE PHNOM PEHN A KEP.





    No podemos dormir mucho a causa del calor. La adolescente nos sirve el desayuno deshaciendose en sonrisas y amabilidad. Seguro que se lo pasó bien anoche. No hay rastro de ningún otro miembro de la familia y nos vamos a dar una vuelta por la aldea.

Jackfcruit. Está deliciosa y a veces alcanza tamaños enormes


Una casa de Koh Trong



      Nuestra estancia en Ko Trong ,a pesar de que con nuestra familia no hemos tenido mucho éxito, tiene un balance positivo. Estuvimos todo el tiempo recorriendo la isla, curioseando las viviendas, con la gente, que aunque no hablaban tampoco ni una palabra de inglés, al menos tenían voluntad  de comunicarse, que es lo más importante. Por supuesto, la casa dónde nos alojábamos no tenía nada que ver con el resto de las que vimos. La nuestra era el palacio de Buckingham al lado de las demás. También hay una pequeña aldea flotante, pero como estamos casi al final de la temporada seca, el Mekong tiene mucho menos caudal y está todo un poco seco. No pudimos acceder a ella.



Aldea fotante








   El Mekong. No puedo evitarlo pero me suena exótico. Sin desmerecer a nadie, hay que reconocer que no resulta lo mismo decir que vimos amanecer sobre el Mekong que sobre el Pisuerga. Hay nombres que suenan exóticos y otros no. Hay veces que me dan ganas de conocer un sitio sólo porque su nombre me suena bien. No es que sea un criterio muy riguroso, pero a quién le importa. El Mekong además, nos va a acompañar por todos los países que tenemos intención de visitar, así que casi va a ser un compañero más de viaje. 
  Es una pena, pero a pesar de ser la fuente de subsistencia de millones de personas a lo largo de su recorrido, esta artería de vida está gravemente amenazada por varios factores. Por una parte la contaminación. Por aquí no se puede decir que haya mucha conciencia ecológica que digamos. Más bien ninguna. Por otra, la deforestación feroz que está sufriendo Camboya debido a talas ilegales en las que parece que está implicado el gobierno. Por cierto, un ecologista que encontró pruebas de esta deforestación ha sido asesinado en circunstancias poco claras. Blanco y en botella. Y por último, el exceso de presas que se están construyendo a lo largo de su cuenca para proveer de electricidad básicamente a China, cuyo crecimiento económico y demográfico hace que necesite cada vez más y más energía. Por supuesto, cuando me enteré pensé que es un error identificar necesariamente más desarrollo con más electricidad, que el precio a pagar es demasiado elevado, pero ahora, mientras escribo en pleno corte de corriente, a estas temperaturas, sin luz, aire acondicionado, ni nevera, no lo veo tan claro. Aún así, estoy segura de que se podría encontrar una solución intermedia.
    Las presas además  no afecta sólo al caudal del río, modificando las crecidas que fertilizan los campos de arroz, sino también al lago Tonlé Sap, en el centro del país y el mayor del sudeste asiático. Las consecuencias ecológicas a largo plazo pueden ser terribles e irremediables, considerando la enorme cantidad de personas que dependen de él para su subsistencia de forma directa o indirecta.
   Mientras cruzamos de nuevo hacia Kratie, miro el cauce del Mekong y pienso que tiene un futuro casi tan incierto como el mío. Aunque sensiblemente más importante.



      Nuestro próximo destino es Phnom Pehn, la capital. Ya estamos hechos unos expertos a la hora de negociar los traslados, así que nos aseguramos (dentro de lo posible, claro) de que no vamos a tener ninguna sorpresa desagradable. Incluso nos dan los asientos numerados, como en el cine.”one person, one sit”, nos asegura el chico de la agencia. Como un hombre un voto, pero en plan supervivencia espacial.

   Nuestra guest house en Phnom Pehn está muy bien situada y la ciudad, en la primera impresión, no me desagrada, a pesar de que ir de una zona rural a una gran ciudad siempre te deja un poco desorientada. Pero Phnom Pehn no es excesivamente grande.
   Después de instalarnos, nos vamos a dar una paseo por el río, (volvemos a reencontrarnos con el Mekong) y por las inmediaciones del palacio real, donde podemos ir caminando desde la guest house. Hay mucha gente , tanto turistas como locales, y mucha animación, aunque a la vuelta el ambiente de la orilla del río se torna un poco dudoso en ciertas zonas.

  Al día siguiente, nuestro primer destino es el museo del genocidio. Un antiguo colegio convertido por los jeremes rojos durante los años que estuvieron en el poder, en un lugar de interrogatorio y tortura. Me he debatido hasta el último momento en si hacer esta visita o no, pero al final me he decidido. Ya me pasó en Berlín hace unos meses con la visita a un campo de concentración y al final también me decidí. Si estoy dispuesta a enfrentarme a todas mis limitaciones y vencerlas, no tengo más remedio que hacerlo. El problema es que cuando entro en uno de estos sitios es como si se me vinieran encima todo el dolor y el sufrimiento que han presenciado sus paredes. No lo puedo evitar. Siento como si se me pegaran a la piel y a los ojos y a la cabeza y me oprimieran hasta dejarme sin respiración.
   El antiguo colegio consta de varios edificios a los que sus nuevos inquilinos dieron diversas utilidades a cual más macabra y espantosa. El patio del colegio también fue utilizado como escenario de interrogatorios y torturas, aunque también se llevaron a cabo aquí un número escalofriante de ejecuciones. Hay varias salas llenas de fotografías de las víctimas, mujeres, niños, ancianos. Nadie escapaba a la sinrazón de la locura y la monstruosidad llevada hasta el límite. Me sorprende que haya necesidad de poner unos carteles en los que se prohíbe reír. No creo que haya nadie a quién le queden ganas de reír aquí.
   Hay otra sala dedicada a los ejecutores. Uno de ellos, precisamente acaba de morir hace unos días. A los 87 años. En su cama. Sin haber escuchado su sentencia y casi en la más absoluta impunidad. Cada vez que un genocida muere impune, la humanidad entera, no sólo las víctimas directas de la atrocidad, debería estremecerse de vergüenza. Fernando me había comentado sobre el juicio que hace años (cuando me dijo cuántos creí haber escuchado mal) se lleva a cabo contra los principales responsables del genocidio. Son todos octogenarios y da la impresión de que están dejando pasar el tiempo para que se vayan muriendo sin ser juzgados. Y lo peor es que el coste del juicio (o de la pantomima de juicio) asciende a más de cien millones de dólares. Me parece una obscenidad y un insulto a los camboyanos en general y a las víctimas del genocidio en particular. Parece ser que hay demasiados intereses cruzados para que este juicio no se lleve a cabo, y no sólo de la cúpula de partido gobernante, la mayoría de cuyos miembros tiene un pasado ligado a los jemeres rojos. Tampoco Estados Unidos o Tailandia están demasiado interesados en que pueda salir a la luz alguna de sus actuaciones poco claras en esta historia.
   El caso es que hasta hoy sólo se ha dictado sentencia para uno de los acusados. Desde el 2006 .No se puede decir que se estén dando mucha prisa. Un funcionario de bajo rango, además. Los principales responsables siguen impunes. En general, me parece percibir en la mayoría de la gente un más que justificado desencanto respecto al tema del juicio, incluso mezclado con una cierta resignación. Y no me extraña. Cuando no hace mucho se ha salido de una pesadilla, casi cualquier situación parece aceptable, aunque no lo sea. Alguna gente prefiere olvidar e intentar llevar una vida lo más normal posible. Pero no hace falta rascar demasiado la pátina de normalidad para darse cuenta de que no existe: con el líder de la oposición en el exilio después de sufrir varios intentos de asesinato, con gente que muere por destapar actividades delictivas, con un primer ministro ( que cada vez me recuerda más al Gran Hermano) que se ventila a sus rivales hasta dentro de su propio partido con la coartada de la lucha contra la corrupción, con miles de familias arrancadas de sus tierras para venderlas a intereses extranjeros justificándolo como necesario para el desarrollo, no se puede decir que haya “normalidad”. Lo atroz de lo que hubo no puede justificar lo  que hay. No debe.
   A la salida compro un par de libros escritos por víctimas del genocidio. Necesitamos un buen rato para recuperarnos de la visita. Nadie habla, cada uno de nosotros perdido en sus propios pensamientos. Yo no puedo parar de preguntarme si este tipo de cosas sirve para algo. Quiero pensar que sí.

  Después de visitar el mercado central y una pagoda que no me parecen nada del otro mundo, comemos en Friends, un restaurante que se dedica a coger niños de la calle y darles una formación en la hostelería para que puedan cambiar su futuro.

Cúpula de mercado central de Phnom Pehn

Interior del mercado


   Por la noche, después de unas copitas en una terraza con vistas al río, paseíto por la riverside y por el mercado nocturno, que nos encanta. Nada que ver con el de Siem Reap que parecía Torremolinos 73. En este prácticamente sólo hay gente local, que van a comprar y comer en familia. El ambientillo es muy agradable. Y decidimos darnos un pequeño homenaje en un restaurante precioso que hay en la orilla del río.
    Al día siguiente a medio día, nos vamos rumbo a Kep, en el sur, así que me dispongo madrugar y aprovechar la mañana visitando la instalaciones de la ONG “Pour un Sourire dÉnfant”. Conforme mi tuk-tuk se va alejando del centro, la zona se va volviendo cada vez más deprimida. Cuando llego, me adjudican una chica que será mi guía durante la visita al centro y que se parte de risa con mi acento al hablar camboyano. Porque, igual que el tailandés se me resistió hasta el final (volveré a intentarlo, no lo dudeis) el camboyano se me da divinamente. Bueno, las cuatro palabras que he aprendido a decir, claro. Aunque mi acompañante , de nombre impronunciable, se tronche de risa cada vez que digo alguna de ellas. Se empeña en hablar conmigo en inglés, aunque no la entiendo muy bien, pero dice que tiene que practicar y que en francés está hablando todo el tiempo. Entre uno y otro idioma, y el universal de los signos, conseguimos entendernos bastante bien.

      Para empezar, la chica me cuenta el origen de la institución. En 1993 una pareja de franceses descubre las terribles condiciones de vida de los niños que trabajan y viven en el vertedero de Phnom Pehn y quedan tan conmocionados que deciden montar una escuela y un comedor allí mismo. Unos años más adelante, consiguen levantar las primeras edificaciones del sitio donde estoy hoy, y poco a poco van creciendo y aumentando las instalaciones e infraestructura. Pronto se dan cuenta que enseñar a los niños a leer y escribir no es suficiente para sacarlos de su destino, porque muchos vuelven a trabajar en el vertedero cuando terminan sus estudios. Así, empiezan a ofrecer también formación profesional y a ayudarles a encontrar trabajo en empresas locales. Actualmente tienen concierto también con algunas universidades de Camboya en la que los chicos formados aquí pueden acceder a algunas titulaciones. Mi cicerone me cuenta orgullosa que ella está estudiando enfermería.

Comedor

   Las instalaciones son impresionantes y está todo magníficamente organizado. Hay guardería, clases para niños con discapacidad, asistencia psicológica para los niños que han sufrido abusos o maltrato. Hay también un edificio dónde están los niños que tienen problemas con la droga. Me parece muy acertado además, que impliquen a as familias de los niños, porque es a única forma de que todo esto sirva de verdad. Para que les permitan asistir a case, la organización da a las familias una ayuda alimenticia, generalmente en forma de arroz. También hay un restaurante que se llama "el loto blanco" dónde los alumnos de hostelería hacen sus prácticas.
  Tengo la mala suerte de hacer la visita un sábado, con lo que la mayoría de las clases están cerradas, pero aún así hay un montón de chicos y chicas uniformados, porque en secundaria sí hay clase, y las instalaciones deportivas, que son enormes y muy bien equipadas, están repletas de niños y jóvenes practicando diversos deportes.
  
Creo que aquí eran las clases de primaria


  Me impresionan las instalaciones dedicadas a la formación profesional.

Las instalaciones para a formación profesional de mecánica

Repartiendo la ayuda alimenticia a las familias

"parking"de las instalaciones deportivas




   Hay un ambientillo distendido y festivo, no sé muy bien si porque es sábado o porque muchos de los niños están preparando sus actuaciones de cantos y danzas tradicionales para una fiesta benéfica que tendrá lugar el viernes próximo. Ver tanto chiquillo sonriente y feliz y pensar que hay gente capaz de conseguir cambiar el destino que les esperaba, no sé, me reconcilia un poco con la raza humana.

Preparando una fiesta benéfica con cantos y danzas tradicionales

   Así que viendo que aún tengo aún un poco de tiempo, negocio con mi conductor de tuk-tuk la visita a the killing fields, que ayer no nos vimos con ánimo de afrontar.
   Estoy envalentonada cuando pienso que la visita es en un espacio abierto, pero cuando llego toda mi valentía se viene abajo y casi agradezco no tener demasiado tiempo. Creo entender que aquí es donde traen a las víctimas para ejecutarlas después de los interrogatorios y la tortura, aunque en el antiguo colegio que vimos ayer también se llevaron a cabo muchísimas ejecuciones.
   Por más que te cuenten, por más que leas, por más que sepas, siempre hay una monstruosidad nueva, una nueva barbaridad que no conocías. Montañas de cráneos  y huesos desenterrados de las fosas comunes, urnas con ropas de la víctimas. Hay un árbol que llaman de los niños, dónde golpeaban a los recién nacidos hasta que morían. Otro árbol era dónde ponía altavoces con música para que no se escucharan los gritos de los ejecutados. Para ahorrar munición, muchos era asesinados con armas blancas o directamente a golpes. Al final hay un pequeño edificio dónde te ponen un documental de cómo se encontraron las fosas. También aquí hay fotos de los genocidas y hablan del juicio al que los están sometiendo. No sé si estoy más asustada, horrorizada o indignada. No sabría elegir. En lo único que pienso es en estar en otro sitio.

   A mediodía partimos hacia Kep. Viajamos a través de aldeas rurales. Cuando piensas que has visto el poblado más pobre y desolado, el siguiente que ves lo supera. Sin embargo, el paisaje es espectacular, me gustaría saber cómo será en la estación húmeda, porque supongo que todo cambiará bastante, pero aún ahora es precioso. Y las bodas. Pasamos por infinidad de bodas, que celebran muy ostentosamente y con una estética, bueno, dejémoslo en dudosa. Parece ser que es la temporada de bodas en las zonas rurales y el autobús a veces tiene incluso que desviarse para esquivar la parafernalia montada por algunas. Y duran al menos dos o tres días.
   Kep nos ha preparado una espectacular puesta de sol sobre el mar para recibirnos, lo que, dada mi debilidad por este tipo de espectáculos, me predispone de inmediato a su favor.



Puesta de sol en Kep
 Y cuando llegamos a la guest house nos encontamos un paraíso de jardines, hamacas y bohíos que nos parece el no va más. Pero pronto descubrimos que las apariencias engañan. Es como cuando conoces a un chico muy guapo que te deja sin respiración nada más verlo, pero luego todo se queda ahí, en la fachada, y el resto es decepcionante. Pues así es este sitio. Decidimos quedarnos a cenar porque ya es tarde y estamos cansados. La comida es horrible.Y cara. Hace un calor sofocante y decidimos ir a dar una vuelta. Primero descubrimos que no podemos ir a ninguna parte sin moto o tuk-tuk y luego, que el sitio dónde hace más calor es justo en nuestros jardines. Fuera corre una brisita muy agradable. Cómo pueden engañar las primeras impresiones, caray¡






1 comentario:

  1. Lo del museo y los ancianos octagenarios esperando un juicio que está planeado para prolongarse indefinidamente me deja helado. Me parece increíble que exista algo así en el mundo. Ahora se que existe gracias a tus palabras, probablemente en México también lo haya pero no es tan fácil obtener la información.

    Sigo leyendote.
    ¡Animo en tu viaje! ¡Llega lo más lejos que puedas y nunca mires atrás!

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