lunes, 13 de mayo de 2013

DE HANOI A LUANG PRABANG






Una barca en el puerto me espera
no se donde me ha de llevar
no ando buscando grandeza
solo esta tristeza deseo curar

Me marcho y no pienso en la vuelta
tampoco me apena lo que...... dejo atrás
sólo se que lo que me queda
en un solo bolsillo, lo puedo llevar.

Me siento en casa en América
en Antigua quisiera morir,
parecido me ocurre con África,
Asila, Esaurira y el Rif.

Pero haya donde voy,
me llaman el extranjero
donde quiera que estoy,
el extranjero me siento.

También extraño en mi tierra
aunque la quiera de verdad
pero mi corazón me aconseja,
los nacionalismos que miedo me dan.

Ni patria ni bandera
ni raza ni condición
ni limites ni fronteras
extranjero soy¡¡¡

Porque haya donde voy
me llaman el extranjero
donde quiera que estoy
el extranjero me siento
porque haya donde voy
me llaman el extranjero...

El extranjero. Bunbury





   En toda la ciudad reina un ambiente prefestivo, está entera engalanada con flores y banderolas. Me dicen que el 30 es el aniversario del fin de la guerra. Yo me voy el 26, así que me pierdo la fiesta.

Hanoi engalanada con banderolas

     Al día siguiente, vuelo hacia Luang Prabang. Drama en la despedida del Rising Dragon, mi hotelito de Hanoi. Nos hemos tomado cariño mutuamente y se han portado maravillosamente conmigo todos sin excepción.  Llueve a mares, y me dice una de las chicas que es el cielo de Hanoi, que llora porque me voy. ¡Como para no cogerles cariño¡

   Mientras me despido de Hanoi desde la ventanilla de mi taxi, resuenan en mis oídos las voces de las vendedoras del mercado: ”madame, madame¡¡What are you looking for? Ja.Buena pregunta

   Ya en el aeropuerto, me parece que hay muy poca gente para mi vuelo, y me temo lo peor. Mis sospechas se confirman cuando veo un avioncillo de hélices. Mi hermana Espe siempre me dice que son más seguros, aunque se muevan mucho, porque si fallan los motores pueden planear. Espero no comprobarlo. Para consolarme me voy al duty free y veo un bote de diorissimo. Hace siglos que no me pongo perfume así que me emborrizo entera. Uhmm¡, que rico. A los cinco segundos tengo un dolor de cabeza horrible. Y tengo que estar oliendo ésto  durante todo el vuelo¡. Menos mal que es poco rato.

    Embarcando,conozco a un canadiense muy simpático que me cuenta que también está viajando solo por Asia.

    El vuelo, para mi sorpresa, resulta bastante tranquilo. Esperando para obtener el visado de entrada conozco a una pareja, Rafa y Sheryl, él español y ella inglesa, encantadores ambos. Rafa me cuenta que hizo al revés que yo, o sea, nacer en Andalucía y luego irse a Madrid, pero ahora viven ambos en Inglaterra. Cuando llega mi turno, el tipo de la ventanilla, después analizar minuciosamente cada billete de dólar que le he entregado, me devuelve uno de 20 y me dice que no vale porque está estropeado (hay que pagar 36 dólares americanos). El billete está perfecto. Le digo que no tengo otro y me dice muy borde que tengo que ir a cambiarlo a no se dónde. Me pongo bastante nerviosa, porque llevo un buen rato en varias colas, y no me apetece nada volver a empezar. Rafa se acerca y me cambia mi billete “deteriorado” por dos de diez, que el al de la ventanilla le parecen aceptables. Nunca sabrá cuanto le agradecí su gesto. 

   Una vez pasados todos los trámites, vuelvo a encontrarme con Denis, el canadiense y junto con Rafa y Sheryl y dos chicos australianos, decidimos compartir el tuk tuk hacia el centro. Denis no tiene hotel, así que decide ver el mío por si está bien.

   El hotel tiene dos edificios. El mío está aceptable, pero no quedan habitaciones, así que a Denis lo alojan en el otro, que está bastante peor.

   Después de descansar un rato y tomar un café, nos vamos dando una vuelta por el río hacia el mercado nocturno. Hay muchos restaurantes, varios con barbacoas como la que tomamos en Siem Reap, y no mucha gente.

   Cuando llegamos al mercado, lo primero que nos sorprende es la paz y el silencio. No parece que estemos en Asia. Hasta para un mercado europeo, esto resultaría silencioso. Denis y yo nos reímos al sorprendernos hablando a media voz. El mercado está en una de las calles más céntricas y turísticas de la ciudad que es cortada al tráfico sobre las cinco y media de la tarde. Esta es la ocasión en que más me ha costado no comprar nada, porque hay cosas realmente bonitas y originales. También vimos esto, cubiertos, brazaletes y otros objetos fabricados con el metal de las bombas arrojadas durante la "guerra secreta" de Laos. Yo no había escuchado jamás hablar de dicha guerra. A grandes rasgos, durante la guerra de Vietnam, Estados Unidos bombardeó indiscriminadamente Laos  para luchar contra el Vietcong intentando destruir la llamada "ruta de Ho Chi Ming" a través de la que Vietnan del norte abastecía a la guerrilla comunista que combatía en el sur. Laos se convirtió en el país más bombardeado del mundo, recibiendo ¡dos toneladas de bombas por habitante¡¡ Una cuarta parte de la población tuvo que vivir refugiada en cuevas para protegerse de los bombardeos Y todo esto, en un país que ni siquiera estaba en guerra. Por supuesto, las consecuencias se siguen pagando aún hoy con un montón de víctimas de las minas, muchas de ellas, niños. ¿Es que no voy a poder visitar un país sin descubrir una nueva atrocidad?


objetos fabricados con el metal de las bombas de la guerra secreta de Laos
   De todas formas, me parece una idea encantadora usar el metal de las bombas para hacer utensilios domésticos o abalorios. En muchas partes he podido encontar bombas usadas para las más diversas utilidades: maceteros, adornos...
 
   Creo que en cierto modo expresa la voluntad de la gente de Laos de pasar página e intentar olvidar.

   Pero el mercado no deja de ofrecer sorpresas culinarias, como
 las vendedoras de batidos, que son toda una provocación con combinaciones tan tentadoras como mango, piña y yogur, o lima, menta y miel, o plátano, oreo y leche condensada. Este sitio va a ser para mí una prueba de autodominio. También tienen versión “happy”, o sea, con alcohol. Y por un euro.

Los batidos del mercado nocturno


    Y luego están los “buffets”, donde por dos euros coges un plato y lo puedes llenar de todo los deliciosos manjares que ofrecen hasta donde tu equilibrio y tu apetito lo permita. Están todos en un callejón dónde también hay parrillas y las más variadas ofertas culinarias. Hay mucho ambiente. Yo le he echado el ojo a uno que está fuera del callejón y parece vegetariano. Pero esa noche no tengo nada de hambre. Lo que sí tengo, después de caminar durante horas  es ganas probar una bierlao, la cerveza más barata de toda Asia, y que en Laos es casi un símbolo nacional.

   Tomamos un tuk tuk hacia la zona de los bares. No hay mucha animación. De repente me acuerdo de haber leído algo sobre un bar llamado utopía, que parece concentrar la mayor parte de la marcha de Luang Prabang, y decidimos dirigirnos hacia allá.

   Luang Praban es una ciudad pequeñita y recogida, como a mí me gustan. Me recuerda un poco a Cádiz, porque es parecida en su forma, una especie de istmo rodeado, por un lado, por el Mekong, y por el otro por el Nam Khan. Imaginamos que encontrar el bar más famoso no debe suponer ningún problema. Pero lo es. Nos indican una dirección. Luego otra. Luego otra. Bromeamos sobre lo difícil que es alcanzar la utopía. A fin descubrimos un cartel diminuto que nos introduce en un laberinto de callejuelas, donde después de un rato, encontramos un grupo de jóvenes que nos dicen que van allá. Cuando llegamos, decidimos que nos hemos ganado la cerveza  que, por cierto, sólo he encontrado en todo este tiempo en un formato enorme. No soy bebedora de cerveza, y siempre busco el formato más pequeño, porque me gusta muy muy fría, sobre todo en estos climas. Pero no hay forma.

   El sitio es realmente particular, hay mucho ambiente, buena música y una zona que da al río muy bonita, con hamacas y sofás, aunque para mi gusto le falta un poco de luz. Afortunadamente, llevo mi linterna que, junto con mi navajita, se han convertido en dos compañeras inseparables y tremendamente útiles. También hay una pista de voley, que a mí me parece un poco fuera de lugar, y jóvenes jugando a la petanca en ella. Parece que todo cabe en este sitio.

   Denis me cuenta que es profesor, que tiene tres hijas y que también está un poco quemado de su vida, por eso se ha tomado un permiso en el trabajo para viajar durante unos meses por Asia. De repente, cuando la cosa estaba más animada, empiezan a decirnos que tienen que cerrar el bar. El dueño, que es occidental, nos explica ante nuestra sorpresa que le obligan a hacerlo a las 11.30. Estamos saliendo cuando todo el mundo a nuestro alrededor empieza a exclamar ¡ a la bolera, a la bolera¡¿a la bolera??? Pues sí. Nos explican que después del “toque de queda” en los bares de Luang Prabang, lo único que queda abierto es una bolera que está a unos treinta kilómetros de la ciudad. Es todo un poco surealista, pero muy divertido. De todas formas, he madrugado un montón y prefiero irme a dormir. Otro día será.

   Esa noche cae una buena tormenta y cuando voy a desayunar, muy temprano, aún sigue lloviendo. La oficina de turismo está cerrada porque es sábado, así que armada con el paraguas que compré en Hanoi y el mapa que me han proporcionado en el hotel, me voy a patear la ciudad. Al final, la lluvia, que a priori podía parecer un impedimento, se ha convertido en una aliada, porque no hay apenas turistas y es mucho más agradable visitar la innumerable cantidad de templos que hay. No me canso de visitarlos, aunque puedan parecer todos iguales, cada uno tiene su particularidad.





 Visito también el museo nacional que está bien, sin ser nada del otro jueves.El salón del trono es muy bonito, y hay algunas cosas más también bastante interesantes. No dejan entrar cámaras, así que no puedo hacer fotos.

   Subo al monte Phousi, una visita obligada en Luang Prabang. Alberga varias pagodas y templos, pero lo más espectacular son las vistas que se divisan en la cima y durante la ascensión. Aunque la lluvia ha remitido, los único acompañantes que tengo en la subida son algunos reptiles.

Más escalones¡

Algunos compran estos pajarillos para liberarlos en la cima

Uno de mis compañeros de ascensión
Otro más



   A pesar de las nubes, las vistas son soberbias. En la bajada, más templos y un sitio dónde dicen que está la impresión de las huellas de los pies de buda. Le dan mucho bombo, pero yo, por más que miro, no consigo ver nada.


Macetero bomba
Hay montones de mariposas por todas partes
   Cuando bajo, encuentro un puente de bambú sobre el río Nam Khan, y me dan muchas ganas de cruzarlo. Tiene una pinta un poco inestable, y cuando llego a su inicio me piden 5.000 kips por cruzar (unos cincuenta céntimos de euro). Me da un poco de rabia, pero aún así pago y cruzo.

   A otro lado, una parte más rural y natural de Luang Praban, aunque también hay algúnos restaurantes y guesthouses. También hay tiendas de artesanía bastane interesantes y baratas.

   He decidido buscar un sitio donde me encuentre más a gusto que en mi actual hotel, donde no estoy demasiado cómoda. Me gusta mucho esta ciudad y voy a quedarme unos días, pero necesito un lugar dónde tenga alguna vista y el personal sea más competente.
   Pregunto en varios sitios. Me agrada particularamente la zona de la rivera del Nam Khan. Parece tranquila y es muy bonita. Después de negociar un rato el precio, me decido por uno, dónde disfrutaré de un pequeño balconcito sobre el río. Mañana me mudo.
   Y por la tarde, al mercado nocturno. Me he abonado al buffé vegetariano. La comida está increiblemente buena y como la mesa es compartida, cada noche cenas con alguien diferente: una noche con una chica vietnamita, otra con unos chicos españoles, Ana y Victor. Ana es granaína, y me hace gracia escuchar su acento aquí. Es periodista y , pese a su juventud, ha vivido y trabajado en un montón de sitios y es una tía muy interesante. Víctor tiene una historia similar a la mía, dejar el trabajo, la pareja, pero el tiene un projecto empresarial prometedor y 35 años. Gran diferencia.  Otra noche había dos chicos coreanos que eran unos cachondos, no paraban de bromear sobre el parecido de uno de ellos con el del opa ganman, y sobre cómo expresan su admiración los coreanos, que es un ohhhhh, pero con una entonación particular. En fin, que no te aburres.

Buffet vegetariano del mercado nocturno
Cómo se nota que es el primer día¡. Luego los llenaba muucho más
   Yo al principio miraba con desprecio la forma de llenar los platos que tenían algunos, pero al final acabo superándola, adquiero una destreza enorme para apilar un montón de comida dentro del plato, y encima me da para poner un tomatito cherry en lo alto, por aquello de la estética. Sólo le  he sido infiel a mi buffet una noche, que tiré la casa por la ventana y me fui al restaurante Tamarind. una maravilla, sobre todo el postre: arroz púrpura con leche de coco, sésamo, plátano y no sé que más. Una verdadera delicia y al final sólo pagué 9 euros, que aquí es una cantidad astronómica, pero caray, una noche es una noche, y quería celebrar mi segundo mes de viaje.
   Otra noche me encuentro con Rafa y Sheryl en el mercado ¡qué alegría me da verlos¡ parecemos viejos amigos que nos hemos reencontrado después de mucho tiempo. Nos contamos nuestras experiencias, nos enseñamos nuestras compras, intercambiamos información. Me cuentan que alquilaron una moto pero que se han pegado una piña, afortunadamente, sin consecuencias graves. Me parto con Rafa. A pesar de llevar fuera de Cádiz prácticamente toda la vida,no ha perdido el gracejo gaditano para nada.
  He decidido visitar las cuevas de Phu ka y la catarata de Kuang xi. El problema ha venido cuando he intentado hacerme con el tour. “no, no quiero hacer treking, no quiero hacer kayac, no quiero montar en elefante. ¡sólo quiero montarme en un barco, ver o que quiero ver, y que el único esfuerzo físico que tenga que hacer sea apretar el botón de mi cámara de fotos¡¡. Me cuesta. Pero al final o consigo.
   El tuk tuk que viene a buscarme a mi hotel está completamente atestado. Nos miramos los unos a los otros sin comprender mucho. Al final, con un poco de buena voluntad (unos más que otros) consiguen hacerme un sitio. Es curioso ver la reacción de la gente ante estas situaciones. Mientras unos se lo toman como lo más gracioso del mundo, otros parece que se enfrentan a el problema más difícil de la humanidad. Ca uno es ca uno.
   En el muelle, gran desconcierto. Nos piden los tickets una y otra vez, los cuentan, los recuentan. Luego empiezan a llamarnos por unos números que están en los tickets, pero sin ningún orden. Parece que estamos en un sorteo y sólo  los afortunados podrán ir a la excursión. Por fin nos embarcan en distintos barcos de diversos tamaños y lo más alucinante es que después de todo, la mayoría van medio vacíos.
   En mi barco, va una parejita joven de franceses, una familia vietnamita con dos hijos jóvenes y yo. Me encanta ver a las familias con hijos mayores viajando juntos. Esta, además, se ve particularmente bien avenida y sonriente. Me caen bien. El hijo más pequeño, particularmente, no me quita ojo, parece que le llamo la atención. Me recuerda a mi sobri Pablo, tendrá más o menos su edad. Estaba loco por pegar la hebra y en la visita a la cueva me hace un interrogatorio en toda regla ¿eres maestra?. Me pregunta. Divertida,le pregunto a mi vez qué le ha hecho pensar eso y me responde que me ha visto dar caramelos y hacer carantoñas a los niños. Porque sí, me he convertido en la típica señora de mediana edad sin hijos, que hace carantoñas a los bebés. Patético. Pa lo que ha quedado una¡

Cueva de Phu Ka

   El río lleva bastante fuerza y a ratos pasamos zonas con muchos remolinos que dan un poco de aprensión. Nos llevan a una aldea dónde destilan el laolao, el whisky laosiano. Hay un templo y poco más, la aldea no tiene ningún interés.

    Después de Vietnam, dónde la influencia China era la predominante, aquí vuelve a predominar la influencia india, como en Camboya. Yo me distraigo haciéndole fotos a un gato  y me despisto del grupo. Cuando bajo al embarcadero a subirme al barco, veo que no está el mío. Pregunto si hay otro embarcadero, y unos me dicen que no, otros que sí. Decido volver a subir a la aldea y buscarlo, ¡no pueden haberse ido sin mí¡ Allí enseguida encuentro al chico de la familia vietnamita, que me estaba buscando. Qué corte, llevaban todos un rato esperándome en el barco¡ Pido mil disculpas y explico que me he equivocado de embarcadero. 
   Después de un buen rato de navegación,  me estoy quedando adormilada cuando,de repente siento un gran golpe en la pierna y me encuentro completamente salpicada de agua. Me llevo un susto tremendo ¡ un pez enorme ha saltado dentro de la barca¡
  El padre de los vietnamitas lo coge entre gran jaleo de todos y el barquero le dice que lo ponga detrás-. El pobre pescado se tira un buen rato dando unos saltos enormes y boqueando. Da un poco de pena. Aunque a lo mejor quería suicidarse, vete tú a saber.

     Paramos a comer y se unen a nosotros una pareja mayor de australianos que son muy divertidos. Me cuentan que hicieron un viaje en coche por España y que estuvieron en Málaga. Los franceses me cuentan que también están dando la vuelta al mundo y que también tienen un blog : “Dick et Cie autour du monde”. Ellos llevan ya tiempo viajando y se ofrecen a ayudarme si tengo algún problema. Y para terminar, vamos a las cascada de Kuang Xi. Esto sí es una maravilla. Es un sitio bellísimo, con una cascada preciosa y un montón de pozas con un color turquesa increíble, todo rodeado de vegetación tropical. Hay zonas en las que hay gente, pero como es enorme y el número de pozas es muy grande es fácil encontrar alguna tranquila y sin gente. También hay una parte dónde han puesto una cuerda y la gente se tira, es el único sitio donde hay más bullicio.




   Me doy un baño delicioso. La temperatura de agua es perfecta y con el calor que hace es o que más apetece. Me paso un rato estupendo. Conforme vas bajando, hay también una especie de refugio para osos, que han sido rescatados de los cazadores furtivos y una aldeita muy pequeña.
   Estos día en Luang Prabang han sido un descanso. Me apetecía parar por un  tiempo de hacer y deshacer maletas y dedicarme un poco a no hacer nada, y este es un sitio perfecto para eso. Aparte de la cascada y la cueva no hay mucho más que visitar, el ritmo de la ciudad es extremadamente tranquilo, por la noche yo diría que incluso demasiado. Si vuelvo al hotel más tarde de las diez a veces pienso si habrá habido una invasión alienigena, porque no se ve absolutamente a nadie, sea autóctono o foráneo.
   Todas las mañanas, a las cinco y media, se oye el tambor de los templos y los monjes salen en fila a pedir limosna. Es la ceremonia más famosa de Luang Prabang. Los fieles se arrodillan en las aceras a esperar el paso de los monjes y les van poniendo ofrendas de comida en unos cuencos que llevan  para ello. Todas las mañanas digo que voy a levantarme, pero luego me da pereza. Una mañana que estaba desvelada salgo al fin a ver la ceremonia, poco antes de las cinco y media. Está amaneciendo, y aún no hay turistas en la calle. Esos primeros minutos son los que más disfruté, porque al poco tiempo, empieza la “feria”. Había visto algunos carteles por la ciudad, advirtiendo que la ceremonia es un acto religioso y que hay que asistir a él con respeto, y dando algunos consejos a los turistas para no interferir en ella. Pero lo que yo vi no me pareció muy respetuoso.
   Hay que reconocer que es un ritual muy fotogénico, pero hay quien por obtener una buena instantánea, apunta directamente a la cara de los monjes, entorpeciendo incluso su paso. Los hoteles por donde pasan, disponen asientos y proporcionan ofrendas a sus huéspedes para que tomen parte en la ceremonia. A mí me pareció que la mayoría lo hacían como si echaran alpiste a las palomas en el parque. Me sentí avergonzada. Sobre todo viendo a alguno sonreír a la cámara de su pareja mientras echaba la comida al cuenco de los monjes con cara de imbécil satisfecho. Aunque, claro, yo también tomé fotos..






   El día que visito el templo más famoso de Luang Prabang, da la casualidad que están celebrando una fiesta muy importante, aunque me las veo y me las deseo para encontrar alguien que me lo explique. No importa, el ambiente es festivo y muy divertido, parece una verbena y hay un montón de laosianos llevando a cabo lo que a mí me parecen unos rituales la mar de originales.
   Hay puestos de comida y de bebida, y de baratijas varias, claro. Hay un enorme entoldado donde están alineadas lo que parecen ofrendas a los monjes. Tienen pinta como de ser una especie de “equipo completo para monje”. En otro, unos monjes en una mesa dan unos papelitos a los fieles, después de que estos hayan hecho una ofrenda y agitado unos palillos. El que más me gusta es uno donde hay una imagen de buda y unas canaletas dónde los niños echan agua que va a caer sobre la imagen. Y los cantos de los monjes, en vez del opaganman o similar, hacen que sea una verbena muy diferente. 

Peaso de trono

Y vaya varales tan raros se gastan por aquí¡
   En el templo propiamente dicho, hay una ceremonia y tanta gente asistiendo a ella que no puedo entrar. Me da curiosidad y me siento un ratito entre la gente. En un momento dado, los monjes que presiden la ceremonia pasan una cuerda por entre las imágenes y luego la van enlazando entre la gente que reza. Me pareció muy bonito. Cuando terminó la ceremonia, algunos empezaron a arrojar caramelos a los niños¡parecía un bautizo de los de antes¡


Ceremonia del hilo



 Luang Prabang es una ciudad muy importante a nivel religioso y espiritual. Es conocida como la ciudad de los mil templos.
   He estado muy a gusto aquí y eso que se me ha olvidado hablaros del pan…uhmmm. Hacía tanto tiempo que no comía pan de verdad que se me saltan las lágrimas con las baguettes cocidas en horno de leña  . Te las rellenan de mil cosas, pero yo la primera vez probé el bocata lao style y ya no he podido cambiar ¡adictivo¡. Vale, no serán comidas que vayan a ganar nunca ninguna estrella Michelín pero..¿a quién le importa?

Dulces en el mercado nocturno
Mi prooveedora favorita de bocatas Lao Stye



   Tengo que irme de aquí o no voy a necesitar minivan para bajar hacia el sur ¡ lo voy a hacer rodando¡
   Nunca creí que dijera esto, pero ya me he cansado de silencio y de tranquilidad. Me voy a Vang Vieng a hacer tubbing, ala¡ 
  


  
  
 
                                                    




















2 comentarios:

  1. Me encanta! sigue contado.
    Besotes.
    Ch.

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  2. ¡Ué,que fiesta del ocho,jaja¡Para humildes occidentales este bienquerido blog es un auténtico regalo de los dioses para los ojos, enormes "afotos", para el paladar, festines dionisíacos de miles de verduras de todos los tonos aparte del verde, y , ojo, si aparece "el" gaditano por enmedio pues ya la hemos liado, que empiece la fiestuqui y todo ello si se unen los australianos pues acabáramosy cerramos el kiosko. Me alegro tremendamente leer estas lineas que traen, a través del azul ciber espacio, un soplo de aire fresco, o humedo que el monzón se os acerca, a peña un pelin desanimada y macerada de aguantar y soportar este a veces empalagoso aire del fastidiar por hacer algo. Un saludo y unas sonrisas desde aquella Málaga.

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