lunes, 16 de diciembre de 2013

POLINESiA II







   Cada vez que me encuentro con un árbol de la fruta del pan, lo que en Moorea es bastante habitual, no puedo evitar acordarme del motín de la Bounti. Recuerdo que era la mercancía que transportaba el barco, que iba a servir para alimentar a los esclavos de las Antillas y que  su fruto  era considerado  como un alimento perfecto para este  fin. Yo lo he comido en forma de chip, como si fueran patatas, y está muy rico. Afotunadamente, no soy una esclava...    Hay algunos ejemplares enormes y muy bonitos a lo largo de la isla. Pero a mí lo que más me gustan son las buganvillas. Me tienen fascinada con su belleza. Las hay por toda la isla y de los colores mas insospechados. Me recuerdan a mi tierra.

   En una de las largas y amenas conversaciones con mis nuevos amigos kiwis, Jim me asegura que los españoles fueron los primeros en andar por esto lares, antes de que llegara los franceses. Me averguenzo de mi ignorancia, no tenía ni idea, la verdad.

Con mis amigos kiwis

   El que también anduvo por aquí fue James Cook. Curiosamente ,en la bahía bautizada con su nombre en Moorea no estuvo nunca.En la que recaló realmentefue  en la de Opunohu. Paradojas de la vida. A los polinesios le encanta hacer bromas y juegos de palabras sobre el supuesto fin de Cook, que algunos dicen, sin mucho fundamento real, que fue devorado por los caníbales. A mí me parece un personaje fascianante. Tengo que leer sobre su vida y obra en cuanto tenga un poco de tiempo. Lo prometo. Han sido demasiados encuentros en nuestro itinerario como para que no le dedique un poquillo de mi tiempo. Me apetece mucho y , caray, qué menos..

   Como en la pensión Dina me sentía un poco sola y aislada, al final encuentro otro alojamiento, más modesto pero algo más animado. Está al borde del mar y te prestan los kayacs gratis. Es una auténtca delicia pasear en kayac por la laguna que circunda la isla. Los barcos de los turistas alimentan a las rayas y los tiburones a horas determinadas y yo procuro estar cerca para disfrutar gratis del espectáculo. No sé si esto será correcto, la verdad, pero es un momento increíble, a pesar de la cantidad de gente. Los tiburones imponen un poco, pero a mí me da más miedo aún de la rayas, aunque casi nadie parece compartir mis temores. Una vez vi en youtube un tipo que llevaba toda la vida tratando con rayas y un día una le clavó el aguijón (o como se diga) en el corazón y el tipo  la cascó en el acto.

   Al fina,l un día me decido a hacer la excursión en barco por la laguna. Asombrosamente, vuelvo a coincidir sin programarlo con Jim y Jeannette. Moorea es un pañuelo.
   Para comer nos llevan a un atolón , que es una isla formada de coral. Corroboro lo dicho sobre la comida polinesia. Me encanta y me parece supersana. No entiendo como puede haber tantísima obesidad.

   Casi lo más interesante ha sido la explicación del guía, que era un auténtico personaje, sobre la forma de aprovechar las posibilidades de los cocos: como distinguir los que están buenos, como abrirlos, como elaborar la leche de coco, cómo extraer el aceite... Lo dicho, pare ellos el coco es como el cerdo para nosostros... hasta los andares.
Las puestas de sol más bellas...

pero en solitario, pierden mucho...

Mercado de Papeete. Sabor local

El ambiente en el aeropuerto el día de la partida. Increíble

La cerveza oficial de Polinesia. Me encanta la etiqueta

Los colores de la laguna son siempre sorprendentes

La isla de Moorea es de una belleza apabullante. Me sorprenden sus montañas, porque toda el mundo habla siempre del mar

Pero es que el mar es tan increíblemente bello aquí..
A veces pienso que es todo demasiado perfecto par ser cierto

    Y sin embargo..... sí, es cierto.Mis ojos no ha visto nunca un cielo tan perfecto, un mar con unos colores tan inverosímiles, unas montañas con formas tan caprichosas.... pero estoy sóla. Durante el día, las paso recorriendo la isla en kayac, a caballo, a pie. O , simplemente,sentada en cualquier rincón contemplando la perfecta belleza o disfrutando de la deliciosa temperatura, o de los colores indescriptibles. Pero a la siete de la tarde es completamente de noche. No tengo como desplazarme por la isla.Y me siento sóla. No he conseguido establecer una relación más allá de lo superficial y lo educado. Ni con los autóctonos ni con ningún turista. Jim y Jeanette se han ido hace días, y es duro comprobar que toda esta belleza y perfección no valen nada si no tienes con quien compartirla.

    Heinui, un amiguillo que he hecho entre los habitantes de la isla., a pesar de su encanto, de su perenne sonrisa y de su flor tras la oreja, no consigue llenar el vacío que siento. Quizás la soledad. No echo de menos a nadie en particular. No añoro volver. No aún. Pero es una lección comprobar lo importante que puede llegar a ser tener a alguien a quien dar un codazo en estas situaciones y decirle: Ojú, quillo¡¡¡ que pechá de belleza...





Rockberto tiene un doble en Moorea. Menudo personaje..

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Muchas puestas de sol. Muchos amaneceres

¿puede ser demasiada belleza?

El embarcadero de mi camping, dónde me tendía de noche a mirar las estrellas

1 comentario:

  1. Ya se echaban de menos tus publicaciones. En verdad tienes razón, es irreal tanta belleza. Se que aun soy algo joven pero yo jamás he visto aguas tan azules personalmente. Verdaderamente esos lugares son paraísos. Te deja pensando como existen lugares tan maravillosos y desconocidos, las personas que vivimos en la ciudad tenemos una visión muy estrecha del mundo.

    Saludos. Me alegra mucho que sigas viajando =)

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