miércoles, 19 de noviembre de 2014

IQUIQUE. LAS SALITRERAS




Ustedes que ya escucharon
la historia que se contò
no sigan allì sentados
pensando que ya pasò
No basta sòlo el recuerdo
ya no basta con llorar.
No es tiempo de lamentarse
cuando es tiempo de luchar.

Quizàs mañana o pasado
o bien, en un tiempo màs,
la historia que han escuchado
de nuevo sucederà.


Cantata de Santa Marìa de Iquique.
Luis Advis

   Y partimos desde San Pedro hacia Iquique. De nuevo horas interminables de autobùs . De nuevo la panamericana, con sus kilòmetros màs largos que otros kilòmetros, con sus animitas...me encantan las animitas. Me parecen una muestra espontànea de fervor popular de lo mas kitsch, que por aquì tiene una raigambre fortìsima. No sè si ya he hablado de ellas, pero son una especie de pequeños altares, que se erigen en algùn sitio donde haya muerto alguien de forma violenta.Segùn la creencia popular, cuando se muere en estas circunstancias, el alma queda vagando por los alrededores, y en el altar encuentra un sitio donde refugiarse. La primera vez que me sentì fascinada por este tipo de devociòn fue en la patagonia argentina, con la historia del Gauchito Gil . Yo habìa observado que muchos conductores, por no decir la totalidad, llevaban en los retrovisores, a modo de amuleto, un lazo rojo. Y alguien me aclarò que era por el Gauchito Gil,una especie de martir local, del que corre la leyenda que obra milagros. Vamos, una especie de Fray Leopoldo, pero en patagònico. Pero volvamos a Iquique.

     Decir Iquique es decir salitre. Y decir salitre...decir salitre es mucho decir por aquì. La explotaciòn de este "oro blanco" fue la que puso en el mapa a la ciudad, conviritièndola en el centro del comercio de finales del siglo XIX, principios siglo XX. Y el salitre fue el que le dio su triste celebridad a travès de la "cantata de la Matanza de la escuela de Santa Marìa de Iquique", que relata los dramàticos hechos ocurridos el 17 de diciembre de 1907, cuando los trabajadores de las salitreras del interior, se levantaron por las condiciones inhumanas en que vivìan y trabajaban. Fue popularizada por el mìtico grupo Quilapayùn. Yo tengo que confesar que toda esta historia me cogìa un poco de travès. Habìa escuchado algo, pero desde luego Isa fue la que me puso al dìa de toda la historia, la de la cantata, la de la matanza y la de las salitreras. Ella està realmente documentada e interesada en el tema. De hecho, ella fue la que insistiò en visitar la ciudad para ver in situ el escenario de la tragedia, y lo que quedara de las salitreras donde se germinaron los sucesos que desembocaron en la matanza.

   Este trayecto en autobùs desde San Pedro a Iquique es el peor que hemos hecho con diferencia desde que estamos en Amèrica. Desde el momento en que nos montamos, el conductor se empeña en que no podemos bajar para nada del autobùs, y aprovechò un momento en que fuimos a tomar un cafè para dejarnos en tierra junto a otra chica que tambièn habìa bajado. Tuvimos que salir corriendo como locas detràs y alcanzarlo en un cruce cercano. Fue bastante desagradable, pero mi reacciòn fue mucho màs tranquila que si me hubiera ocurrido hace un año. Seguro. Tengo la costumbre de llevar un pequeño bolsito con lo imprescindible del que no me separo jamàs, y eso me da la seguridad que que, pase lo que pase, si tengo conmigo mi bolsito, todo es remediable.

   Tenemos suerte con el alojamiento. Un hostel muy cercano a la playa, lleno de surferos y de gente joven con ganas de divertirse, pero no tantas como `para resultar molesto. Mucho ambientillo y personal superamable. La ciudad nos sorprende. No esperàbamos gran cosa y sin embargo encontramos  una calle llena de preciosas casas coloniales (el paseo Baquedano), un paseo marìtimo bastante agradable y alguna sorpresa agradable como el casino español. Si en Santiago o en Valparaìso nos sorprendiò que el recuerdo de la guerra del Pacìfco siguiera tan vivo , en Iquique, que fue uno de los escenarios màs importantes de la contienda, la cosa tiene una vigencia se puede decir que casi actual.

Avenida Baquedano, Iquique







Casino español

Isa, Sancho y D. Quijote


La corbeta Esmeralda


   El principal motivo de incluir Iquique en nuestro itinerario es ver en persona el escenario de los hechos y tambièn intentar  hablar con alquien con edad suficiente para haber escuchado la versiòn de algùn testigo. En el lugar dònde se encontraba la escuela de Santa Marìa, encontramos una gran obra, completamente tapiada, con lo que apenas pudimos asomar un poco la nariz para ver algo. Primera decepciòn. Isa hizo lo imposible para intentar acceder, pero fue inùtil. Asì que pasamos a la busca de alguien con ganas de hablar y que estuviera en Iquique . en un mercado cercano encontramos un señor bastante mayor y ocioso y entramos a la carga. Aunque la conversaciòn fue interesante, no nos aportò nada fuera de los lugares comunes y de lo que ya sabìamos. La caza del abuelo ocioso Iquiqueño tampoco fue demasiado productiva, aunque sì divertida e instructiva. Ya sabemos todos lo que es capaz de hablar un abuelo si se le da un poco de calor y una oreja atenta. Un de ellos que tenìa una librerìa nos recomendò leer a un autor local de mucho renombre (aunque yo confieso que no lo habìa leìdo hasta entonces). Se trata de Rivera Letelier, quien viviò en una salitrera hasta los once años, y que ha reflejado en varias de sus obras la forma de vida de los obreros en estos lugares.

   Por supuesto, una de las màximas ilusiones de Isa es visitar lo que quede de alguna de las salitreras, a ser posible la de Humblestone y Santa Laura, que parece ser fue de las màs representativas. A lo largo de la avenida Baquedano hay varias agencias que ofrecen la visita, y tuvimos la desgracia de decidirnos por una que resultò nefasta. Casi desde el primer momento nos damos cuenta de que la supuesta guìa y el chofer son dos advenedizos, que no tienen ni idea de la historia de las salitreras. Es màs, no tienen ni idea de nada, vamos que no saben ni donde tienen la cara. Todo el tiempo tenemos la impresiòn de que es la primera vez que estàn haciendo la visita. Fue una pena porque la historia del lugar hubiera merecido algo mejor. Pero Isa, que como ya he dicho, conoce muy a fondo este episodio històrico, se encargò de poner en su sitio a la impresentable que decìa ser guìa, y afortunadamente, explicarnos a los demàs del grupo un montòn de cosas interesantes sobre la vida en las salitreras y las terribles condiciones de trabajo que terminaron en una de las protestas obreras màs importantes de la historia, aunque tuviera un final tan tràgico.



   Por mucho que leas, que te canten o te cuenten, hace falta sentir sobre tu cabeza la inquina abrasadora con que cae el sol por estos pàramos inhòspitos, sentir còmo la luz te ciega y te deslumbra sin piedad, sentir còmo el polvo que parece componer el aire abrasador se te agarra a los ojos, a la boca, a la garganta, a los pensamientos. Còmo penetra por cada poro de tu piel y te seca hasta las ganas de vivir. Pensar en trabajar bajo estas condiciones me parece espantoso, incluso en unas condiciones justas, lo que no era el caso.

   La inmensa mayorìa de los cerca de 40.000 trabajadores que llegaron a tener las salitreras, eran pampinos, habitantes de poblados de la pampa, que buscaba escapar de la miseria, y se vieron trabajando en condiciones infrahumanas, casi cercanas a la esclavitud. Para hacerse una idea, basta decir que el salario no se pagaba en dinero, sino en fichas que, ademàs, sòlo podìan ser cambiadas en las pulperìas de la propia oficina y no en otra, y el cambio era modificado a su antojo por los propietarios. La huelga comenzò en la salitrera de San Lorenzo, cuyos trabajadores iniciaron una marcha hacia Iquique para presentar ante las autoridades sus peticiones. El germen de la insurgencia se extendiò como la pòlvora por el resto de las oficinas y se fueron uniendo por miles a la marcha. Hombres, mujeres, niños, perros...todos finalmente confinados en la escuela Santa Marìa y acribillados el 21 de diciembre de 1907.

   Aunque parezca increìble, la guìa ni siquiera mencionò el "incidente". Hizo un remedo de explicarnos còmo se extraìa y elaboraba el salitres y de ahì no pasò.


Las antiguas maquinarias tienen algo de inmensos insectos galàcticos




   Viendo las inmensas maquinarias y la extensiòn de Humblestone (llegò a tener màs de tres mil habitantes) una se hace la idea de lo importante que debìa ser el salitre en aquella època. Pero ¿para què se usaba? y ¿por què dejo de ser valioso?. Pues se usaba para la fabricaciòn de la pòlvora , como fertilizante, como pigmento, para usos mèdicos, entre otras muchas cosas. Y su declive empezò cuando se consiguiò obtener salitre sintètico, mucho màs barato. Asì de sencillo. Por un momento, y en medio de este escenario dantesco y desolador, pensaba que la explicaciòn se iba a perder en hipòtesis tipo la desapariciòn de los dinosaurios, o la de alguna civilizaciòn precolombina. Pero no, resulta de lo màs prosaico, y casi me siento decepcionada.






La sala de baile

El teatro 


La pulperìa





   Impactados por la visita a la salitrera, que como todos los sitios dònde una vez hubo mucha vida y ahora estàn deshabitados, tiene un algo fantasmagòrico y casi sobrenatural, como si guardaran el eco de las voces de sus antiguos habitantes, ni siquiera nos cabreamos cuando la descerebrada que tenemos por guìa intenta vendernos unos bikinis brasileños. Antes de volver a Iquique, visitamos dos pueblos, La Tirana y Pozo Almonte.

  Al dìa siguiente, escuchamos en la radio que Quilapayùn va a dar un concierto en Iquique con motivo del cuarenta aniversario del asesinato de Vìctor Jara. Y, claro, nosotras no podemos faltar. Notamos antes de salir hacia el polideportivo donde se hace el concierto,una actividad extraordinaria en el hostel. Parece que estàn acumulando comida y bebida como si se prepararan para la tercera guerra mundial. Pero no, sòlo es un partido de la selecciòn chilena contra Venezuela.

   Una vez en la calle, intentamos tomar un taxi, pero es una tarea imposible. Algunos, los menos, se acercan a nosotras, y cuando les decimos dònde queremos ir, aceleran y huyen como si estuvièramos apestadas. Afortunadamente, hemos salido con tiempo de sobra, porque no tenemos ni idea de dònde es. Volvemos al hostel a pedir un taxi y la explicaciòn que nos dan es que todo es por causa del fùtbol. Habìa que escucharme berrear cuando nos dan la explicaciòn"¡¡un paìs paralizado por un partido¡¡" "¡asì nos luce el pelo¡" bla,bla,bla..

   Tampoco es fàcil conseguir el taxi por telèfono pero lo conseguimos pràcticamente in extremis, llegaremos con el concierto empezado, pero llegaremos.

   Llegamos. Con casi una hora de retraso. Nerviosas y sin aliento. Para encontrar que el polideportivo està a rebosar de fanàticos futboleros viendo el partido en una pantalla gigante. .Han postpuesto el concierto para que la gente pueda ver el partido. Sin comentarios.

   Me siento como si me hubieran transportado  al año 74 a un concierto de Serrat. Isa està en su salsa. No hace falta decir que yo estoy màs  por la mùsica que por la militancia, pero aùn asì me dejo llevar por el ambiente y reconozco que es emocionante en màs de una ocasiòn. Y los Quilapayùn, impresionantes en todos los sentidos. Una gran noche


Quilapayùn,homenajeando a Vìctor Jara

Aquì tenemos a la Pasionaria


 

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