domingo, 28 de diciembre de 2014

AREQUIPA, TACNA WILSON¡. SUBA AMIGUITAAA. DE TURISTA A EMIGRANTE.




    Aunque pueda parecer una imagen un poco manida, recuerdo el taxi de Isa alejàndose hacia el aeropuerto, envuelto  en la bruma limeña, mientras sentìa que en mi viaje se cerraba una etapa y se abrìa una muy distinta. Habìamos pasado juntas un mes maravilloso, intenso y muy  muy divertido. Sabìa que la iba a echar de menos un montòn, pero no tenìa màs remedio que acostumbrarme a volver a estar sòla. Isa es la mejor compañera de viaje que haya tenido, Hacemos un buen equipo. Tiene una curiosidad infinita por conocer cosas nuevas, respeto hacia todo y se encuentra igual de a gusto en un palacio o en una chabola. Y aunque a veces, de broma y con cariño, me meta con ella, es alguien con quien irìa al fin del mundo.

    No imaginaba hasta que extremo puede ser diferente una ciudad cuando pasas de turista a"emigrante". Tengo que entrecomillar la palabra emigrante porque me parece una falta de respeto calificarme como tal habièndo tanta gente que lo es realmente y cuyas circunstancias son tan distintas a las mìas. Yo podrìa decirse que fui una "emigrante" de salòn.



   Lo primero era buscar un trabajo. El problema era ¿de què podrìa yo trabajar? Yo hacìa màs de veinte años que no rellenaba un CV, es  màs, en realidad, yo NUNCA habìa rellenado un CV. Empecè a trabajar antes de terminar del todo la carrera, y aunque me habìa presentado a varias entrevistas de trabajo, y tuve algùn trabajillo mientras estudiaba, siempre fue a travès de contactos, nunca presentando un curriculum.

  Pero hay que ponerse manos a la obra. El ordenador del Pucllana no el màs moderno que me he encontrado en mi vida, por describirlo de una forma suave. No podrìa contar cuantas veces maldije aquel momento en Moorea en que mi notebook hizo click y se apagò para siempre. Ahora tengo que enfrentarme, ademàs de a mi inexperiencia como aspirante a trabajadora, a mi torpeza con los ordenadores y a la computadora del Pucllana, que durante unos dìas se convirtiò en el objeto màs odiado de mi vida limeña, superando incluso al tràfico y a la humedad.

   Aparte de intentar hacer un curriculum digno, pensè que tambièn serìa conveniente contactar con la embajada de España, dònde podrìan orientarme quizàs sobre còmo buscar alguna ocupaciòn durante mi estancia. Por supuesto, una vez que me plantè allì, me tomaron nota y me dijeron, no muy amablemente, que podrìan recibirme dentro de tres semanas. Me pareciò excesivo, pero afortunadamente no me encontraba en una situaciòn de emergencia ,asì  que no podìa hacer màs que esperar. Y sin demasida fe, la verdad.

   Los turistas se mueven en taxi, los "emigrantes", en combi. Eso ya fue un cambio sustancial. El transporte pùblico en Lima es algo muy particular. Tardè mucho tiempo en comprender las diferencias entre el metro (que es un autobùs o tambièn un supermercado), las combis, que son camionetas, los autobuses y las cùsters. Al principio impone, pero cuando le coges el gusto, si no tienes prisas, un viaje en combi puede ser una  de las experiencias màs divertidas y enriquecedoras que te ofrece la ciudad. Y barata. Eso sì, tienes que estar preparado para cualquier cosa; estrecheces, malos olores, peleas, discusiones e incluso que el trayecto dure horas y horas màs de lo pensado. Suena espantoso, pero si te sonrìe la fortuna te puedes encontrar con una forma de transporte extremadamente econòmica y con situaciones realmente divertidas. Es cuestiòn de como ruede ese dìa la ruleta de la fortuna transportista limeña. El tìtulo de esta entrada es precisasmente el pregòn que emiten los cobradores de las combis en la Avenida de Arequipa, a unos decibelios inalcanzables para el resto de los humanos y mientras golpean violentamente la maltrecha chapa de sus vehìculos. Alguna vez lleguè a pensar que si no me apartaba a tiempo, alguno de ellos me introducirìa a la fuerza en uno de sus cubìculos. Nunca oì que pasara tal cosa, pero por si acaso preferìa caminar lejos del borde de la calzada.

   Los turistas hacen fotos. Los "emigrantes", no. No tengo ni una mìsera foto de mi estancia en Lima. Bueno, alguna de cuando hice escapadas fuera de la ciudad o de la despedida de algùn amigo que volvìa a España. Poco màs.

   Los turistas se alojan en el Pucllana Lodge. Los "emigrantes", no. Yo estaba tan a gusto que no tenìa demasiado interès en mudarme, pero era evidente que si iba a pasar un tiempo en la ciudad, tendrìa que buscar un alojamiento màs econòmico. Dice mucho de los dueños el que fuera precisamente Cecilia la que me proporcionò la direcciòn de un hostel en las inmediaciones del parque Kennedy, que  segùn ella, era de lo mejorcito que iba a encontrar a un precio ajustado. En cuanto fui a inspeccionarlo, le di mis bendiciones. Buen ambiente, un precio increìble para estar en una de las mejores zonas de Miraflores, limpio y con azotea para ver los tejados limeños. Ni me lo pensè. Al dìa siguiente, mi primera mudanza en Lima.

   Sè que muchos se horrorizan sòlo de pensarlo, entre ellos, todo los amigos españoles que hice en la ciudad, pero me alojaba en un dormitorio compartido por otras siete personas. De hecho, cuando intentaba explicarle a mis amigos dònde vivìa y còmo funcionaba, encontraba serias dificultades. Màs de uno tuvo que venir a ver con sus propios ojos còmo era eso y còmo podìa ser que yo estuviera allì tan a gusto. La cantidad de bromas que tuve que aguantar a costa del Che Lagarto, que ese es el nombre del hostel, sòlo yo lo sè. Pero es que despuès de tantos meses viviendo en ellos, me he acotumbrado  y me encanta. Me encanta desayunar con un ruso y un colombiano, comer con un japonès y ver la tele antes de acostarme con dos basileñas y un venezolano. Me encanta, me parece adictivo, y ahora mismo no concibo otra forma de vivir. No me apetece encerrarme en un departamento con dos personas y ver todos los dìas los mismo caretos, y no puedo ni pensar en vivir sòla. No sòlo porque sea caro. Es que no me apetece en absoluto. Estoy feliz en el Che Lagarto.

   Una vez instalada y con mi curriculum listo, una mañana me tirè a la calle. No sè si serìa verdad, pero me dijeron que allà aùn se estilaba presentarlos en papel asì que me puse manos a la obra. Me habìa hecho con un directorio de empresas españolas en Lima y a por ellas fui. Tambièn cayeron algunas empresas peruanas, grandes almacenes, supermercados. Fue una mañana agotadora y cuando a medio dìa ya iba arrastràndome de cansancio y  muerta de hambre, me topo con un cartel que promete "lentejas con chorizo". Se me caen los palos del sombrajo cuando lo leo, y aunque me habìa propuesto austeridad absoluta, decido saltarme mis recièn estrenados buenos propòsitos y meterme entre pecho y espalda un buen plato de lentejas.

   Se trata, por supuesto, de un restaurante español, de los muchos que hay en las calles de Lima, o màs exactamente de Miraflores. Cuidada decoraciòn, preciosa terraza y buen ambiente. Yo, concentrada en mis lentejas. Cuando rechazo la chicha morada y pido una copa de Ribera, observo que un señor de mediana edad que hace las veces de jefe de sala, da una indicaciòn al camarero que me està atendiendo para servìrmela èl.  Luego me contò que habìa estado todo el tiempo dudando si yo era peruana o española, pero la elecciòn de la bebida disipò cualquier duda. Entablamos conversaciòn, me sirve el resto del menù y me pide permiso para tomar un cafè conmigo. Tambièn es español y recalò en Lima hace bastantes años despuès de una mala racha personal y laboral en España. La agradable sobremesa, en la terraza y hasta con unos rayitos de sol anèmicos pero deliciosos, se prolonga durante horas. Cuando le cuento que estoy buscando trabajo, duda un momento y me propone que si quiero trabajar allì. Yo en principio le digo que no, que no tengo ni idea, pero al poco rato me convence para que acepte. La verdad es que no tengo nada que perder por probar y el Barcelona 360 me parece un sitio perfecto para hacer relaciones interesantes. Asì que me veo, tras mi primer dìa de bùsqueda de trabajo, volviendo a casa con un polo negro, un mandil y el compromiso de volver por allì al dìa siguiente a las 11 de la mañana. Casi no puedo creerlo

 

 

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