domingo, 28 de diciembre de 2014

TRAVESURAS DE LA NIÑA REGULAR




    No sòlo habìa encontrado trabajo el primer dìa que salì a buscarlo, sino que ademàs, estaba a tres cuadras del Che Lagarto, mi casa. Ni que decir tiene que el sueldo era casi testimonial, pero aùn asì me sentìa afortunada. Lima nos parece barata a los españoles hasta que empezamos a cobrar en soles. Ahì cambia bastante la cosa. Los sueldos son bajìsimos y el alquiler y la comida no tan baratos como podrìa pensarse. Pero yo esperaba que el Barcelona 360 serìa un buen sitio para hacer relaciones interesantes. Y no me equivocaba.

Con algunos de mis compañeros del restaurante


   Mi contacto con peruanos se limita a los empleados del che lagarto, mis compañeros en el restaurante y los pocos clientes autòctonos que lo visitan. Paso la mayor parte de mi tiempo rodeada de españoles. No es que lo haya elegido, ni que lo prefiera, pero es lo que hay. Asì que decido apuntarme por las mañanas, antes de trabajar, a clase en la Alianza Francesa y allì sì que conozco gente de la ciudad. Me encanta asistir a esas clases . La Alianza està enclavada en una de las muchas casonas antiguas que flanquean la avenida de Arequipa. Anteriormente fue un colegio y ademàs de su indudable belleza arquitectònica, es uno de esos sitios dònde al traspasar el hall de entrada, con su impresionante cùpula de cristal, se siente una sensaciòn especial. Como si los rayos de luz que se filtran a travès del vidrio te envolvieran, transmitièndote paz.

   La colonia española en Lima resultò ser mucho màs numerosa de lo que nunca hubiera pensado. Creo que el nùmero de ingenieros españoles por metro cuadrado debe superar incluso al de la madre patria. Y principalmente de españoles es de lo que està formada la clientela del BCN. Tambièn muchos peruanos, claro, y bastante turismo internacional.

   Dicen que màs vale caer en gracia que ser gracioso, y algo asì me pasò a mì en Lima. Soy lo suficientemente vieja para saber que una gallina nueva en el corral, siempre provoca algo de revuelo, aunque la gallina no sea gran cosa. Y el corral de los españoles en Lima està bastante descompensado en la relaciòn gallina-gallo. Hay que decir que la gallina peruana anda un poco devaluada, debido sobre todo a su abundancia, y quizà algo tambièn a su excesiva untuosidad.

   El corral español està compuesto por algùn gallito chuleta que se ha adaptado con èxito a las nuevas reglas del juego y hace contìnuo alarde de lo bien que le va, pollos desplumaos que han salido de España dàndose patadas en el culo y ahora buscan reproducir en el Perù las mismas circunstancias que le llevaron a esa huida, y grandes cantidades de pollos-pera recièn salidos del cascaròn de la universidad, buscando en corral ajeno la oportunidad que no les ofrece el propio. Y casi la totalidad del gallinero pasa alguna vez por el BCN a buscar algo de maìz, que aquì llaman "canchita". Recuedo la cara de idiota que debì poner la primera vez que un cliente me pidiò que le diera "cancha".

   Asì fue como, casi sin darme cuenta, fui conociendo a lo màs granado de la comunidad española en la ciudad. Los dìas que habìa algùn partido de fùtbol importante de equipos españoles, no faltaba nadie. Jaime, mi mentor, me presentaba como la ùltima novedad llegada de España (aunque llegara  tras un ligero rodeo) y todos querìan conocer y charlar un rato con "la malagueña". Yo, como se puede imaginar, encantada con el papel, aunque me sentìa un poco incòmoda cuando me preguntaban por España, porque llevaba casi un año desconectada voluntariamente de cualquier noticia que viniera de allà. Raro era el dìa en que al terminar mi jornada no habìa un grupito de compatriotas esperando desde hacìa rato para mostrarme las maravillas de la noche limeña. Y yo me dejaba aleccionar. El cansancio de la jornada se disipaba con quitarme el mandil, pintarme los labios y tomarme una cuzqueña helada. Y a quemar Lima. El Tayta, un bareto en la avenida Larco, muy cerca del che Lagarto, se convirtiò no se sabe muy bien por què en el cuartel general de las correrìas de mi pandi limeña, en el sitio donde siempre acabàbamos la noche. Quizà porque es el ùltimo en cerrar.

El puente de los suspiros...sin respirar



El escenario del Tayta

   En Lima llevè la vida de estudiante que nunca habìa llevado cuando lo era. Los dìas se sucedìan entre el trabajo en el restaurante, dònde no paraba de conocer gente, y las incursiones nocturnas, a cual màs disparatada y divertida. Conocì gente maravillosa y gente indeseable. Gente peligrosa, gente desesperada.Gente con pasado, gente sin futuro. Gente, gente, gente. Y conocì esa especie de confraternidad que se produce entre los expatriados, ese sentido de comunidad que tan difìcil es para nosotros, los españoles, si no estamos fuera de nuestra tierra.

Y, como no, en el Barcelona es dònde me topè con el niño malo.








     



   

2 comentarios:

  1. acabo de abrir el blog de casualidad y veo que hay entradas nuevas!!
    Dejé de ller el año pasado que dejaste de escribir y veo que ya estás en Lima haciendo la vida. Un beso desde México!! Espero que todo vaya bien

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    1. Me alegra mucho volver a verte por aquí, Carlos. otro beso

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