lunes, 7 de noviembre de 2016

NUEVAS AVENTURAS



Pues andaba en la tarea de crear un nuevo blog para contar mi próximo y deseado viaje, cuando se me ha ocurrido...¿por qué no seguir con el mismo blog? ¿Qué me impide seguir usando este dominio (o como de llame) para volver a compartir experiencias viajeras? .
 Yo soy muy de ahorrar recursos y de simplificar las cosas. En todo. Si algo se puede decir con dos palabras, no uses tres. Y si un blog vale para contar un viaje ¿por qué no puede valer para contar dos?¿o tres? ¿o quinientos veintisiete? Así que aquí estoy de nuevo dispuesta a intentar que veáis a través de mis ojos, que sintáis a través de mis sentidos y que disfrutéis conmigo, una nueva experiencia que presiento va a ser muy especial. Un destino que se insinúa lleno de paisajes impresionantes, naturaleza por un tubo, encantadores pueblecitos medievales y la deliciosa gastronomía y enología ( o como se diga correctamente) de nuestros queridos vecinos galos.
Pues sí. Me voy  a los Alpes. A un pueblecito minúsculo y perdido de la Saboya que se llama Saint Pierre de Soucy.
Sería largo y engorroso de explicar cómo ha llegado hasta mí este regalo, la posibilidad de pasar casi un mes entero viviendo en una casita en este bucólico enclave. Solo diré que gracias a gente maravillosa que me rodea y a esas casualidades que a veces suceden en la vida, voy a poder disfrutar de este privilegio. Y doy gracias a la vida por todo ello. Por la gente y por el privilegio.
   Si hace apenas cuatro años alguien me hubiera dicho que un día al levantarme disfrutaría desde mi ventana de mil colores otoñales, o que sería testigo de la caída de las primeras nieves sobre la inconfundible silueta del Mont Granier, me hubiera parecido un sueño inalcanzable.
 Si alguna vez desde que decidí cambiar de vida hubiera albergado la más mínima duda sobre si tomé la dirección correcta, esta experiencia la disiparía de un plumazo.
En julio de este año tuve mi primera experiencia como "guardesa" y fue tan satisfactoria que me encanta poder repetirla. Tengo que confesar que, como aún me encuentro en un punto de incertidumbre sobre mi futuro laboral, no me importaría dedicarme a esta actividad, aunque ni siquiera se si se puede considerar como tal, la verdad.
   Siempre me he confesado francófila. Siempre he soñado con la posibilidad de vivir durante un tiempo en este país y, más concretamente, en una zona rural. Cuando cruzaba por esos encantadores pueblecitos en mis viajes en autocaravana, siempre me preguntaba cómo servía vivir en un sito así. Pues bien, este mes voy a experimentarlo, y me encantaría compartirlo con vosotros


Esta es la entrada a la pequeña población donde viviré este mes, y la perrita que cuido, Cucla
Las primeras nieves sobre los Alpes...y ésto es solo el comienzo
Impresionante, eh?


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